En el principio todo era indiferenciado. Una nube vital, energía pura, lista para condensarse en materia. En la primigenia, no había seres que pudieran ser uno, u otro, o entes que tuvieran conciencia de ser diferentes unos de otros…era una nube.
La nube cubre los sentidos. Los hace retroceder a lo que fue. La nube es un estado etéreo, flotante nido de posibilidades eternas, potenciales que esperan a la energía de activación que hará que la reacción se inicie, como una cascada imparable de procesos cuánticos que nos hacen danzar, una danza eterna, enroscados en la espiral de la hélice alrededor de un centro. Sin sentir, simplemente siendo.
LA CORTE DE AMOR: UN PAIS DE LOS PIRINEOS 
Y éste es el fin de la búsqueda, Joia. De la tuya. Y de la mía.
Descanso ya. De verdad, para siempre. No sabes-sí sabes-lo que supone esto…al fin la comprensión absoluta.
Total, para volver al principio. Es curioso…al principio. Al origen. La vieja intuición de la infancia, de la que nunca deberíamos apartarnos. Estamos entonces más cerca del origen. Pero hemos vuelto a él.