LA VIRGEN FALLONA

Belmonte había sido conquistada por la morisma. El nuevo gobierno organizó el pueblo de manera que los conquistadores ocuparon la parte baja y los cristianos la alta, para que no pudieran huir sin ser atrapados.

La convivencia no era mala hasta que un día los cristianos se sublevaron y se encerraron en el castillo. Tenían las de perder: ya se les acabarían las provisiones. Una tarde, a las mujeres que cosían se les apareció la Virgen: les dijo que animaran a sus hombres a resistir y les dejó una imagen suya como celestial estímulo.

Pero al final, los cristianos claudicaron a cambio de salvar sus vidas. A la imagen la emparedaron en un muro del castillo.

Cuando Alfonso I reconquistó Belmonte, nadie recordaba ya a la Virgen. Pasaron los años y el castillo se fue desmoronando. Al final, se encontró la talla virginal. Los habitantes de Belmonte construyeron una ermita sobre las ruinas del castillo y allí aún reside Nuestra Señora del Castillo.

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